miércoles, 16 de marzo de 2016

Reincidentes

Hubo días en los que te quise. Otros, todo lo contrario. Te odié hasta la imposibilidad, odié tu forma de caminar. Las noches se volvían cada vez más absurdas, igual que la gente. Hubo días en los que ni quise salir de la cama. Días en los que te odiaba y pasaban lentos o demasiado rápidos. Dependías de mi perspectiva, de mi saber hacer. Hubo días en los que me odié a mi misma de una forma insuperable. Días en los que la música era una mera banda sonora, no curaba. Noches de cicatrices insaciables, apoyada en lo cómodo de tus pestañas, me mirabas. Días en los que el dolor no significaba nada, ni las palabras. Ni de coña tu mirada clavándose en mí. Días en los que desquicié a mi rabia. Noches en las que ni tus labios me salvaban. La mirada perdida que reabría mis heridas, eso eras tú. Ni las cenizas nos quedaban, habían volado con el viento, con el tiempo. De no evitarnos pasamos a hacerlo. Había días y había noches. La tristeza era compañera constante de nuestros andares. Él sabía lo que se decía.

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