miércoles, 9 de marzo de 2016

No existencia



Me quedé para ni siquiera mirarte.
Esa noche, entre la niebla vi tu sombra.
Me quedé inmóvil, sin poder tocarte,
sin apretar mis palabras calladas contra lo incierto de tu boca.

Esa noche no anocheció para nosotros dos.
Anocheció para el resto del mundo,
para tus silencios inmundos, 
para mi miedo en la piel.

Esa noche me quedé mirándote y luego miré a la nada,
y ésta me gritaba, me llamaba
y me arrancaba
de lo cómodo de tus pestañas inacabadas.

Esa noche dejé de ser quien era,
dejé de lamentarme por cualquier ausencia,
pues fui consciente.

Sólo me tenía a mí.

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