domingo, 31 de mayo de 2020

martes raro y subiendo

Cantos de sirenas policiales
Marineros sin mar que gobernar
Silencio en las ciudades
El ruido de la vida en el rural

Ya no me escribes
Me da que pensar
Me da por callar
Yo te escribo cuando menos lo mereces

La lluvia se dilata tras la ventana
La cadencia entre las gotas ha cambiado
El canto del mirlo solitario me abstrae
Me di cuenta hace unos días

Todo ha cambiado,
Existimos distinto. 


la ciudad muerta

El mundo desmoronándose, 
la sangre inunda las calles, 
estamos lejos del resto, 
lejos y encerrados, 
tú tocas mi cielo 
con la punta de los dedos. 
No llueve afuera, 
tampoco importa. 
La contaminación inunda 
los pulmones de la ciudad 
y sólo el agua 
puede resucitarla, 
las líneas de lo eterno 
desdibujan el tiempo 
de los relojes en tu pelo. 
Y cae la noche 
y termina ésta con el día 
amaneciendo desde tus costillas. 
Infinita forma de tu cuerpo, 
me retiene 
y me abstrae de lo lógico. 
Y lo lógico 
ahora es quererte, 
perderme 
en el intenso verde
Que me mira desde 
el otro lado de la almohada.

No hagas nada por nadie si no es por ti, no te mientas, no te engañes, así sólo has de sufrir. Cáete, cómete de bocas la piedra en vez de tener miedo a pasar delante de ella. No reserves tu tranquilidad, no hagas de tu ego un estigma. Revienta las salidas de emergencia sin emergencia alguna. 

Me jode


Me jode por las últimas veces que no supe que lo eran.
'Por los inviernos que parecían primaveras'. Me jode, porque supe desde el primer momento que esa sonrisa traería tormenta.
Y aquí estoy, que todavía no me he secao y ya quiero que llueva.

No sé si podré volverme a sentar en ese sofá.
No sé si podré volver a hacer café en esa casa.

Me he puesto un parche que por las noches se resquebraja.

domingo, 3 de mayo de 2020

La vida era otra

Nos dijeron que había que formarse, estudiar, acumular títulos sin sentido. También nos dijeron que sin dinero no se podía vivir, que cuanto más tuviéramos, más felices seríamos. La sociedad de consumo, la sociedad materialista, todo por la patria? No. Todo por el capital. Nos dijeron también cómo tenían que ser nuestros cuerpos. Cuánto teníamos que pesar, dónde podíamos tener pelo y dónde no. Nos dijeron que no era bueno mostrar debilidad, hacernos vulnerables frente a los demás. Que teníamos que poder con todo: estudiar, trabajar, ahorrar aunque nuestro salario fuera ridículo, conseguir pareja, coche, casa y otras tantas cosas materiales que no nos llevaríamos a la tumba. Cásate y ten hijos, decían, necesitaban más esclavos del consumo, para producir, para gastar. Se nos inculcó el odio y la mentira, cuestión del más fuerte. Pero lo que nunca nos dijeron, es que la vida, era otra. Que toda esa estructura perfectamente diseñada a la que teníamos que adaptarnos, era nuestra jaula. Pero sabes qué? Cuestión de supervivencia. Adáptate o mueres. Adáptate o no eres nadie. Y sabes qué pasó después? Que el sistema se desmoronó. Los relojes se atascaron, el consumo se detuvo, obligado. Y nosotros y nosotras que nos habíamos adaptado a esa irrealidad idealizada, no supimos cómo reaccionar, cuando nuestro supuesto estado de bienestar se convirtió en una jungla. Y todas las mentiras que nos habían contado empezaron a oler mal, a pudrirse. Pues la vida, en realidad, era otra. La vida no estaba afuera, no estaba en tus zapatillas nuevas, no estaba en mi título universitario, ni en mi trabajo, ni en nuestros ahorros, ni en la cuenta bancaria, ni en tener un cuerpo perfecto. La vida estaba dentro. Y sólo las personas capaces de descubrirse a sí mismas podían realmente sobrevivir a semejante locura. La burbuja explotó, y lo único que quedará tras nuestra marcha, será lo que hicimos por los demás. Será el amor que fuimos capaces de dar, sin esperar nada a cambio. Será la calma y la dicha de haberse conocido a una misma, sin quedarse en lo superfluo. Me duele el mundo, me duele la humanidad. Aún así, nuestro cuerpo no es más que un mero recipiente, que podemos llenar por dentro, o decorar por fuera. Tú decides. 

sábado, 25 de abril de 2020

sin sentido

A quien le importa el pronóstico del tiempo
Si los relojes nos hacen justicia viendo pasar muertas las horas
Si el cielo llueve o está soleado, es cuestión de lo que una tenga adentro
Si las palabras fueron de más
O de menos
Eso ya no importa
Pues ya no volverán los amantes a apoyar en almohadas ajenas sus melenas
Sin tu olor puedo vivir, eso ya lo se
Aunque no quiera hacerlo
Aunque me niegue
Y sea un imposible
A quién coño le importan los semáforos en rojo
Los cambios de sábanas se pierden
Anhelando el no tener tiempo ni pa cambiarlas
Las redes arden de artículos ignorantes
Los mensajes no llegan ya
Al que no quiere recibirlos
Ya sea por dolor o despecho
Ahora nos comemos más que nunca el techo
Y se nos acaba el hambre
Yo fumo incansable
Intentado dejar de recordarte
O lo que es lo mismo,
Olvidarte. 

La gota

La gota que colmó el vaso es la semilla del cambio que pedías. Son tiempos de cambio, de ruptura, de autoconocimiento y conciencia. Yo ya rompí mis miedos y con ellos la espera. Tú quédate con los tuyos, los llevas por bandera. Agradezco cada retal de cada momento vivido contigo. Los silencios incómodos y los besos cautivos. Nunca querías quedarte a dormir conmigo. Y yo no veía que nuestro tiempo era limitado. Me quedan los recuerdos, aunque te juro quisiera quemarlos y así purificarme, poder seguir adelante. Me quedaré un tiempo estancada, como las horas en el reloj de esta situación que parece que no se acaba. Pero todo pasa, olvidaré tus ojos, tu pelo, tus manos, tu sexo. Y cuando llegue el día podré mirar atrás sin dolor ni rencor, solo una sonrisa cubrirá mi cara, se habrá acabado mi cupo de lágrimas para ti. Y vendrán más, estoy segura de que vendrán. Las idas y venidas, el miedo, las dudas, el porvenir incierto de los días. Me la jugué a todo o nada, y perdí. Es lo que hay, es lo que dicen, lo que decimos cuando la situación escapa a nuestro control. No hay nada que hacer, nada que reclamar, pues somos libres, aunque sea dentro de nuestra propia jaula mental. No sé si volveré a verte. Me dueles. Pero no estás hecho para comprenderme, ni mucho menos. Yo valgo más de lo que tú puedes llegar a valorar. Y lo siento por ti, y por mí. Cartas con destino a nunca jamás. Porque jamás lo leerás. Cuídate del tiempo y de ti mismo. Cuídate. 

lunes, 20 de abril de 2020

Cuarentena




El peso de los días inconstantes
el lastre emocional de los amantes
la equidistancia entre tus párpados
marcando el ritmo de mis estados de ánimo

Ahí afuera hay un canto ensimismado
hay lluvia sin relámpago
Hay truenos sordos
sin luz.

Estoy en el abismo de tus córneas
tan visceral como sarcástica
condenada a caminar por los bordes de las aceras
casi recompuesta
y me vuelvo a hundir en la miseria

Ahí afuera hay sol sin niños
sin escándalo mediático
solo mentiras y silencio
que se acumulan en el telediario

La rutina del tiempo
la vida disruptiva
acorralada por el miedo
Ya no llueve fuera
pero sí aquí adentro.

Pero ahí afuera hay paseos sin dueño
besos enroscados como caracoles
aletargados todavía en un invierno
perecedero, pero invierno.