jueves, 28 de abril de 2016

rompiendo

El cielo se ruboriza
ante tus pasos de asfalto profundo.
El incienso se mezcla con tu perfume
y me aturde.
Cierro los ojos. Respiro.
Es otro viernes etéreo,
lleno de humo y vísceras.
Y entonces comprendo;
que no son sólo tus ojos,
es tu aliento,
son mis ansias de devolverte el oxígeno.
El ir y venir del viento,
los semáforos eternos.
El nulo tiempo que nos queda,
en el hueco de aquella escalera.
El invierno que comienza,
notas de prensa,
desquicio en los bares.
En tus andares erráticos,
como naufragando en el mar Báltico
canto de las sirenas del desánimo.
Te escribí en las paredes,
en el papel higiénico
en servilletas de antros esotéricos.




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