Muero de calor y de sed,
la tristeza le dice al
intrínseco miedo de perdernos;
pase usted.
Pase usted, que yo no llego a tiempo,
que me quedo enganchada
en las manecillas del viejo reloj
arraigado a aquella pared.
Y se nos caen los minutos,
se nos caen,
tú te frenas,
yo no discuto.
"espejo retrovisor, porque tú siempre te frenas"
Hay un ruido hueco en el cuarto,
mañana volveremos a ser asfalto.
Los miedos putrefactos,
el cantar del desánimo.
Y déjame venir,
que yo sin ti
que septiembre
sin agosto.
Te dejaré partir en dos al tempo,
escapándote.
Me dejaré la voz en el viento,
susurrándote palabras
e instantes
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