sábado, 25 de abril de 2020

La gota

La gota que colmó el vaso es la semilla del cambio que pedías. Son tiempos de cambio, de ruptura, de autoconocimiento y conciencia. Yo ya rompí mis miedos y con ellos la espera. Tú quédate con los tuyos, los llevas por bandera. Agradezco cada retal de cada momento vivido contigo. Los silencios incómodos y los besos cautivos. Nunca querías quedarte a dormir conmigo. Y yo no veía que nuestro tiempo era limitado. Me quedan los recuerdos, aunque te juro quisiera quemarlos y así purificarme, poder seguir adelante. Me quedaré un tiempo estancada, como las horas en el reloj de esta situación que parece que no se acaba. Pero todo pasa, olvidaré tus ojos, tu pelo, tus manos, tu sexo. Y cuando llegue el día podré mirar atrás sin dolor ni rencor, solo una sonrisa cubrirá mi cara, se habrá acabado mi cupo de lágrimas para ti. Y vendrán más, estoy segura de que vendrán. Las idas y venidas, el miedo, las dudas, el porvenir incierto de los días. Me la jugué a todo o nada, y perdí. Es lo que hay, es lo que dicen, lo que decimos cuando la situación escapa a nuestro control. No hay nada que hacer, nada que reclamar, pues somos libres, aunque sea dentro de nuestra propia jaula mental. No sé si volveré a verte. Me dueles. Pero no estás hecho para comprenderme, ni mucho menos. Yo valgo más de lo que tú puedes llegar a valorar. Y lo siento por ti, y por mí. Cartas con destino a nunca jamás. Porque jamás lo leerás. Cuídate del tiempo y de ti mismo. Cuídate. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario