El mundo desmoronándose,
la sangre inunda las calles,
estamos lejos del resto,
lejos y encerrados,
tú tocas mi cielo
con la punta de los dedos.
No llueve afuera,
tampoco importa.
La contaminación inunda
los pulmones de la ciudad
y sólo el agua
puede resucitarla,
las líneas de lo eterno
desdibujan el tiempo
de los relojes en tu pelo.
Y cae la noche
y termina ésta con el día
amaneciendo desde tus costillas.
Infinita forma de tu cuerpo,
me retiene
y me abstrae de lo lógico.
Y lo lógico
ahora es quererte,
perderme
en el intenso verde
Que me mira desde
el otro lado de la almohada.
No hagas nada por nadie si no es por ti, no te mientas, no te engañes, así sólo has de sufrir. Cáete, cómete de bocas la piedra en vez de tener miedo a pasar delante de ella. No reserves tu tranquilidad, no hagas de tu ego un estigma. Revienta las salidas de emergencia sin emergencia alguna.
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